Viernes. Mercedes Milá se
salvamiza en prime time para presentar un libro recopilatorio de sus mejores
párrafos en la blogosfera, y termina
protagonizando una guerra sin cuartel con María Patiño. La Milá comienza su
discurso solidarizándose con la situación emocional de la Esteban, que coge el
bolso, se arranca el micro y se larga a Paracuellos como si el tema no fuera
con ella, pero la contienda continúa y se alarga tanto que la vital entrevista
a Loli Álvarez se ve truncada. La Patiño suda la gota gorda, se revuelve en su
poltrona y defiende su credibilidad y su honor como si no hubiera un mañana
ante las palabras de su nueva enemiga. Mercedes hace gala de su veteranía y,
sin elevar el tono de voz, le infla las venas una a una a la sevillana, le da una
lección de ética profesional y la lleva a justificarse una y otra vez en busca
de un aplauso hueco y facilón. Con las Milas
y los Kikos en silencio, Jorgeja cierra filas en torno a la que
fue su compi de piso en los noventa, y se deja llevar por una pasión subjetiva
y desmesurada que no le mueve ni un pelo a la de Diario de, que se mantiene en sus trece y promete dormir a
pierna suelta tras lo sucedido. Todo lo contrario a la antigua chica Cantizano, que dialoga con ella misma cual premio Nobel, se autoflagela
y se desgañita como cualquier expulsada de Gran
Hermano. Cuarenta y ocho horas después, la estrella del difunto DEC mantiene su teoría y deja adivinar
un ligero complejo de inferioridad cuando espeta: “A nadie se le puede olvidar que la que estaba enfrente era la Milá”. Amén.
Sábado. En plena vorágine
de rumores que sitúan a los Principitos
en una crisis matrimonial, van ellos y no hacen más que reforzar las
informaciones cuando se dejan ver de escapada familiar en Almagro. Felipe,
Letizia y las infantitas con el Nenuco
bajo el brazo se pierden entre la plebe y se fotografían con todo hijo de
vecino, se meten un atracón de mostos y retan a todos los medios a seguir
especulando con que las noches de juerga por separado son el pan de cada día de
la pareja. Sea como fuere, me entra la pelusa y me pido un mosto amarillento
para asistir a Cuando éramos dos, una
obra de teatro low cost que refleja
las vicisitudes de una pareja gay de este siglo. La función escenifica a golpe
de fashback los encuentros y
desencuentros de una relación al uso que se ve salpicada por las antagónicas
formas de valorar el trabajo, la amistad y el sexo. Una historia frecuente de
ésas que se complican cuando se termina el amor pero prevalecen los
sentimientos, la dependencia y el miedo a continuar el camino en solitario. ¿A quién no le ha pasado alguna vez?
Domingo. Los negocios
hosteleros del clan Bardem van de mal en peor. Si hace un mes decidían
traspasar su local de La Latina, ahora echan el cierre a la mítica Bardemcilla, situada en el barrio de
Chueca desde hace casi quince años. La noticia se ve envuelta en la polémica
cuando entra en juego un ERE que pone a los once empleados de patitas en la
calle. Mónica Bardem, encargada de regentar el restaurante, manifiesta que ha
sido víctima de la crisis y que la situación era insostenible. Sin embargo,
surgen otras voces que acusan al propietario del edificio de mobbing con el fin de desalojar el
inmueble y montar un hotel, y hasta otras que cuentan que todo forma parte de
una evasiva para dejar morir el establecimiento. A la espera de que la saga de
actores prediquen con lo que tanto reivindican, Penélope pasea embarazo y
aretas de feriante por las playas del
Caribe. Yo, que soy más de Melanie, preparo la maleta y me lanzo a la Semana
Santa demandando hueco en algún balcón. Hasta la vuelta.
*En las últimas horas, los Encinas Bardem han emitido un comunicado en
el que puntualizan que, finalmente, no someterán a sus exempleados a ningún expediente
de regulación de empleo. Continuará.