Jueves. Arranca la XV
edición de los Premios Iris con Mariló Montero como maestra de ceremonias.
Reencarnada en monologuista a lo Eva Hache y con las curvas comprimidas en un
vestido rosa chicle, la presentadora
del alma trasplantada comparte
escenario con lo más granado de la caja
tonta; un desfile de profesionales que van desde la Gemio a la eterna Ana
Blanco, pasando por Eva González, exreina de la belleza que ahora se traga el
acento andaluz entre fogones. Una de las galardonadas de la noche es mi querida
mamá Campos, que recoge el premio a toda su trayectoria engalanada para la
ocasión. Una larga carrera que la encumbró a reina de las mañanas años ha y que ahora le permite
homenajear a viejas glorias en sus tardes felices
del fin de semana. Para tal acontecimiento, Terelu se calza las plataformas de
sus cumples en Gabana y aplaude
emocionada el discurso de su madre. Marité se viene arriba y, en su minuto de
gloria, aprovecha para recordarle a todo el Casino de Aranjuez lo que ha hecho
por los medios de comunicación, por el ya trasnochado corrillo y por las
audiencias del rey Midas Vasile, el
mismo al que llamó gilipollas en
directo, y el mismo que ahora le hace hueco para repartir estopa pasados los setenta
en lugar de pasarse las horas haciendo calceta con Marily Col. Enhorabuena,
reina.
Viernes. Semanas después
de llevarse las manos a la cabeza al conocer su sentencia, Mayte Zaldívar
recupera el aliento y carga las tintas contra todo y contra todos. La principal
víctima de su ira no es otra que la tonadillera que, según sus palabras, le
robó el marido y las ganas de vivir. La rubia afirma que quemará hasta el
último cartucho con tal de demostrar su inocencia, y que su situación económica
se encuentra entre lo lamentable y lo muy lamentable. Tanto que, de vivir a
todo tren ha pasado a verse con la soga al cuello como cualquier ciudadano de a
pie que hace filigranas para poder pagar el recibo de la luz. Mientras Zaldívar
defiende lo suyo y alarga lo de dormir en la trena, Pantoja rebaja el Lexatin y comienza a ver la luz al final
de Cantora. Cuentan los que la conocen, que la cantante se muestra relajada y
repone fuerzas a golpe de barbacoas con su cuadrilla para volver a la farándula
en la que será una reaparición apoteósica. Vuelve Isabel, con marinero de luces y todo. Es lo que
tiene ser una leyenda viva en la España más profunda.
Domingo. Del juicio pantojil, paso a formar parte del
jurado popular de una de las últimas sesiones de Juicio a una zorra. Carmen Machi entierra el estandarte de ama de
casa y da voz a Helena de Troya, la mujer más bella del Olimpo. Una
historia desgarradora que reescribe la leyenda en primera persona dando forma a
sesenta minutos de magistral interpretación, donde, bañada en vino rosado, tiñe
la sala de sentimientos encontrados. Una obra digna de Oscar que pone en pie a un público entregado y rendido al talento de
una de nuestras mejores actrices. Salgo del teatro en estado de shock y en ésas
continúo.
Lunes. Cuando estoy a
punto de desempolvar las hawaianas y lanzarme a las terrazas, bajan las
temperaturas y vuelvo al plumas para
entrar a saco en los quioscos. Con la mano de Toño Sanchís meciendo la cuna, Olvido se
da un paseo por las portadas arrimada a Asdrúbal, el cubano que se perpetuó en
la noche madrileña bajo la larga sombra de Bibi. Al mismo tiempo que su marido
da el callo en la carpintería del
pueblo camino de la canonización, la Hormigos se pinta la pestaña y entra como un elefante en una
cacharrería en el mundo del colorín. La estrella de Los Yébenes está dispuesta
a todo por una silla como tertuliana, y si antes pedía respeto para los suyos
con cara de no haber roto nunca un plato, ahora comparte mesa, mantel y vete tú
a saber qué con los ex de todas las famosas de turno. ¡Lo que se ha perdido la
política!