30 junio 2014
ANA ROSA A SOTOGRANDE Y PATIÑO AL CONGELADOR
24 junio 2014
LITRONAS Y PLATÓS PARA UN PUEBLO NUEVO
Hace
un calor que invita al despatarre absoluto, pero la orden me llama y me
dispongo a soltar mis impresiones sobre nuevas reinas, viejas princesas y
promesas del faranduleo más cañí. No asistí al acto de Coronación por miedo a
un ataque de claustrofobia, aunque ondeé la banderilla a pie del televisor y
permanecí ojo avizor a todo lo que dio de sí el día de autos. La jornada transcurrió
según lo previsto; los nuevos reyes hicieron el paseíllo descapotados, se
asomaron al balcón y presumieron de familia unida. Ante la emoción contenida de
Felipe VI, Letizia ejerció de consorte dos pasos atrás de su marido, con la
cabeza erguida y el monedero sobre las rodillas. En contra del protocolo
estilístico que obliga a vestir de largo en una ocasión de semejantes
características, Ortiz se marcó un largo a medio camino en blanco roto y
firmado por Felipe Varela, el único diseñador hasta la fecha que se encarga de
engalanarla para actos oficiales. El resto de la prole se mantuvo en un segundo
plano y humedeció el rabillo del ojo mientras el nuevo monarca se estrenaba
ante su pueblo. La infanta Elena con Froilán bajo el brazo, Paloma Rocasolano
entre padre y suegra o su ex junto a su mujer Ana Togores (non grata el día de
la boda), presidieron las tribunas principales del Congreso y contemplaron cómo
Letizia daba el salto definitivo de periodista republicana a Reina consorte de
todos los españoles. Las niñas aguantaron el tipo durante toda la mañana,
permanecieron atentas a las indicaciones de su madre (saludad, juntad las piernas, sonreíd) y se ganaron al gran público
con dos vestidos iguales pero en diferentes tonos confeccionados una semana
antes por una modista asturiana conocida de la familia. La princesa Leonor y la
infanta Sofía hicieron gala de modales británicos y terminaron meneando la
muñeca con soltura para la foto familiar, la imagen del llamado "nuevo tiempo". Que así sea. Ni
monárquica ni republicana. Así se define Chabelita en su debut televisivo. La
pequeña de los Pantoja cumple a rajatabla la hoja de ruta estructurada por su
representante y concede su primera entrevista en un plató. Tras la exclusiva
post-parto y el photocall alcachofero, María Isabel compartió confidencias con
Jordi González encaramada en unos zancos propios del carnaval tinerfeño y fue sorprendida por un colega de internado que se encargó de agasajarla, le agradeció
los buenos ratos vividos en Cantora y se movió al son de Miley Cyrus cual
Juanito el Golosina en los tiempos de La Faraona. Veinticuatro horas después y
con el temporal en calma, Chabelita y su hermano Kiko
firmaban la pipa de la paz, se iban de tapas y aprovechaban para celebrar de forma distendida
el triunfo judicial de la matriarca. La tonadillera finalmente no irá al trullo (sí lo hará Zaldívar) y gozará de total libertad para hacerse el agosto en las fiestas patronales,
cantarle nanas al pequeño Alberto o pedir clemencia en las rampas de Atocha. De Isabel
II paso a Gloria Camila Ortega, que según algunos medios, se habría dejado llevar por
el tan a gustito en medio de un botellón y se habría lanzado a los pelos de una
de sus compañeras de juerga. Nuevas generaciones para un "pueblo nuevo", señores.
A mí esto ya me pilla mayor y con claros signos de insolación (…).
17 junio 2014
ISABEL PREYSLER, CUATRO DÉCADAS EN EL TRONO
Se resiste a ceder el título de reina de corazones. Tras cuarenta años ocupando portadas del cuché, Isabel Preysler se destapa en cuerpo y alma en la edición española de Vanity Fair, colmena de políticos, aristócratas y fortunas de nuevo cuño. Con un zumo de pomelo enfrente, Isabel hace balance sobre su pasado y su presente, a media voz pero sin omitir ningún agujero de su ajetreada vida personal y profesional. Estaba a punto de cumplir la mayoría de edad cuando dejó Manila para instalarse en España con sus tíos. La idea fue de sus padres, que querían alejarla de un novio que no veían adecuado para su pequeña. Poco después, la dulce filipina daría sus primeros pasos en el colorín más elitista y comenzaría una vida de película retransmitida capítulo a capítulo por los medios. Embarazada de Chábeli y en un mar de lágrimas, estrenó matrimonio con Julio Iglesias, promesa de la canción que comenzaba a despuntar a nivel internacional. Los constantes viajes de Julio alrededor del mundo y sus líos de faldas la convirtieron en una mujer abnegada, dedicada a sus hijos (Chábeli, Julio José, Enrique) y poco amiga de fiestas. Julio era, en palabras de Isabel, un hombre celoso, posesivo e infiel. En contra de la voluntad de toda su familia, Preysler rompía su matrimonio y plantaba al eterno galán. Un golpe bajo para la vanidad del artista que, según muchos, nunca le perdonó. Divorciada del cantante, Isabel comenzó a disfrutar de la vida social con su mejor aliada hasta día de hoy, Carmen Martínez-Bordiú. La nietísima, separada ya de Alfonso de Borbón, inició a su amiga en las veladas con estrellas de Hollywood, bailes de postín hasta el amanecer o viajes exprés en tercera clase. Isabel y Carmen disfrutaban de la frivolidad y aprendían a rentabilizar su propia imagen. En los años ochenta, repetía experiencia con el marqués de Griñón. Carlos Falcó era la antítesis de Julio: culto, liberal y cosmopolita, el hombre perfecto para la mujer más buscada del momento. Entonces llegó Miguel. Eran momentos complicados para el que fuera ministro en el gobierno felipista. Recién cesado del cargo, Boyer e Isabel protagonizaban uno de los mayores escándalos político y social de la época. Lo que comenzó como un juego de seducción, terminó finiquitando el matrimonio con el marqués, su segundo marido y padre de Tamara. La reina de las portadas y el político socialista apostaban por su historia y hacían caso omiso a la polémica que suscitaban sus entradas y salidas. Pasaban por el altar en secreto y tenían a su única hija en común, Ana. A partir de entonces, el nombre de Isabel Preysler se revaloriza y alcanza cotas inalcanzables en el mercado publicitario, donde la mejores firmas cuentan con sus servicios y la colocan en un trono que aún nadie ha conseguido arrebatarle. La muerte de tres de sus cinco hermanos y el ictus que Boyer sufrió en 2012 fueron, sin duda, los reveses más duros a los que ha tenido que hacer frente. Con sesenta y tres años, Isabel dosifica sus salidas públicas, se vuelca en la rehabilitación de su marido y presume de ser la encargada de que sus cinco hijos permanezcan unidos. Finaliza la entrevista afirmando: “Valgo más por lo que callo que por lo que cuento…”. Cuatro décadas después, Isabel Preysler continúa alimentando el misterio. ¿Cuál es el secreto de una vida de película?
13 junio 2014
BANDERAS Y MELANIE, YA LO DECÍA SABINA
Martes. El follón pantojil entra en barrena y la tonadillera atraviesa una de sus
épocas más negras. La distancia física y emocional que ha tomado Chabelita de
un tiempo a esta parte hace tambalear los cimientos de Cantora y empuja a
Maribel a despotricar y menear el volante entre estación y estación de AVE. Con
las sacas llenas y la canastilla bajo el brazo, Isabel hija se ha desmarcado
del nido y ha cogido las riendas de su propia vida. La exclusiva previo pago
daba el pistoletazo de salida a una historia que no había hecho más que
empezar. Los siguientes pasos de la pequeña del alma pasaron por plantarse lolas de tronista, dejarse el sueldo en Dolce & Gabbana y mudarse a una
urbanización con vistas al Guadalquivir y campo de golf para vips. Pantoja
madre derrama lágrimas de sangre y se lamenta de haber sido ninguneada como
madre, abuela y dueña del apellido que da de comer al clan. Un vía crucis que
comparte con su Paquirrín, ahora Dj. Kiko, que no ha dudado en posicionarse de
su lado y cargar las tintas contra la que hasta hace poco era la niña de sus
ojos. La cantante y su hijo unen fuerzas y le declaran la guerra a la nueva
estrella de la saga, la misma que durante décadas ha visto a su madre en las
portadas, en los banquillos y remangándose el refajo en casetas varias, mientras que el ahora
entrañable Kiko dedicó su adolescencia a aparear con rubias y morenas a jornada
completa. Chabelita no está por la labor de claudicar ni de dar explicaciones a
los suyos; rompe lazos, hace carrera en el photocall y bebe los vientos por sus Albertos.
Juventud, divino tesoro.
Miércoles. El paseo de la
fama de Hollywood está de luto. Nuestro malagueño más internacional y su chica
dorada han puesto punto y final a dieciocho años de amor. Tras meses
especulando sobre la posible ruptura, Antonio y Melanie han confirmado por fin
la noticia alegando "diferencias irreconciliables". Con una hija en común, Stella
del Carmen, los actores se enfrentan a un nuevo fracaso matrimonial, el segundo
para él y el cuarto para Griffith. La vida de la neoyorquina ha estado plagada
de luces y sombras; a pesar de haber triunfado en la gran pantalla, su vida
personal no ha sido un camino de rosas. Divorciada en tres ocasiones (dos de
Don Johnson), sus entradas y salidas de clínicas de desintoxicación y sus
bajadas a los infiernos más sórdidos de la inestabilidad emocional han marcado
la pauta antes y durante Antonio. Por su parte, el actor firmó un jugoso
acuerdo de divorcio allá por los noventa cuando finalizó su relación con Ana
Leza, retirada de la vida pública y beneficiaria de manera vitalicia de todos
los ingresos que generen las películas que Banderas grabó dentro del
matrimonio. Ambos tienen por delante el dolor de las habitaciones ventiladas y el solo de pijamas con sordina.
Ya lo decía Sabina...
Jueves. Tercer aniversario del Mercado de San Antón. Una noche de reencuentros, música noventera, gin-tonics y selfies hasta la madrugada. Por muchos años más.
Jueves. Tercer aniversario del Mercado de San Antón. Una noche de reencuentros, música noventera, gin-tonics y selfies hasta la madrugada. Por muchos años más.
10 junio 2014
LETIZIA, DE CHICA DEL TELEDIARIO A REINA
La
noticia me ha cogido como al resto, con los rulos puestos y fuera de bolos.
Contra todo pronóstico, el juancarlismo
sale tarifando en el momento más hostil de sus casi cuarenta años de reinado.
Con los Borbones repartidos en
diferentes puntos del mapa, Don Juan Carlos daba la campanada y soltaba su
decisión a bocajarro y con los ojillos a media asta. El país se paralizaba y el
pueblo se echaba a las calles a grito de referéndum. Era demasiado tarde. La
monarquía llevaba seis meses forjando el relevo y diseñando su hoja de ruta. La
crisis institucional y el matrimonio de
altibajos (en palabras de Casa Real) de los príncipes, salían a flote en un
tiempo récord a golpe de lavado de imagen exprés cual Pantoja poniendo dientes en su cruzada con las Chabelitas y los Paquirrines. El debut de la infanta
Leonor en actos oficiales o las salidas fotografiadas estratégicamente de
Felipe y Letizia daban la voz de alarma; el reemplazo generacional se estaba cocinando a marchas
forzadas. De la noche a la mañana y sin previo aviso, Zarzuela da una vuelta de
tuerca y renueva plantilla de arriba abajo, del núcleo duro al último jardinero
en nómina. Felipe pasa a ser Felipe VI y la periodista metida a princesa le
saca brillo a la corona para iniciar una nueva etapa como Reina, Reina consorte
para los Peñafieles, pero Reina al
fin y al cabo. Un papel para el que lleva preparándose una década y que daría
un soplo de aire fresco a su vida marital, mancillada en los últimos tiempos y símbolo
de unión y complicidad de ahora en adelante. Con las infantas Elena y Cristina
relegadas a un segundísimo plano en la foto de familia, los hasta ahora
príncipes de Asturias recogerán el testigo de Don Juan Carlos y Doña Sofía en un
momento inadecuado para muchos y de transición obligatoria para otros. Jóvenes
y sobradamente preparados, Felipe y consorte representarán a la Corona dentro y
fuera de nuestras fronteras, se dejarán los restos por reconquistar a sus
súbditos y darán la cara por un país en números rojos a la cola de Europa y sin esperanza. Una
tarea complicada, con hilos sueltos y con la sombra de la duda planeando sobre
la repentina abdicación. Líos de faldas, un cese de la convivencia que ya se
refleja sin disimulo y diferencias con la justicia de varios miembros de la
familia serían algunas de las razones que empujaron a tomar la decisión in extremis
a un Rey, que entre quirófano y quirófano, ha pasado de gozar de ostentar el
título de salvador de su patria y pilar fundamental en el inicio de la
democracia, a perder credibilidad y ver sus chanchullos económicos, amigas
entrañables y jornadas de caza copando portadas de diarios internacionales.
Felipe y Letizia están en capilla, ultiman los flecos de su nueva andadura y se
debaten en la delgada línea que separa su servicio a España de su celosa vida
privada; la de los conciertos, los sábados de sushi o los gastos extra que no
terminan de trascender. Sin duda, estamos ante una nueva era, sin posibilidad
de retorno. O eso parece. El momento del heredero ha llegado y la chica altanera del Telediario permanecerá a su lado como la Reina de todos los españoles. Al menos, de momento. Con ella nunca se sabe.
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