“Al lugar donde has sido
feliz, no debieras de tratar de volver…”. Con permiso de Sabina, regreso a Madrid y recorro
Fuencarral de arriba abajo, de abajo arriba, como si no hubiera un mañana. La
noche anterior tuve el gusto de disfrutar en directo de Pablo López y, oye, no
hay mejor bálsamo para enfrentarse a la jungla que los gloriosos acordes del triunfito que más ídem ha cosechado en
los últimos tiempos piano a cuestas. Me reúno en el lugar de siempre y con la
misma gente, o viceversa, (esto creo que lo cantaba Maná, corríjanme si se me
va). Mi estimado E. es el siguiente
en abandonar la ciudad para hacerse las Américas, y consigue que todo su
séquito, servidor incluido, brinde por las noches gloriosas del pasado y por
todas las que vendrán, aquí y allí, eso es lo de menos, pero con oportunidades
como ésta para arrasar la Gran Vía sin perder el tupé. Lo echaremos de menos.
Tanto, que al día siguiente repetimos jarana y nos ponemos al día de la
apasionante vida de S.C., la mujer
con más capacidad para reinventarse que he conocido nunca, y a la que más
maromos por minuto le piden el número de teléfono. Cuestión de suerte, rasgos
exóticos o personalidad apabullante, quién sabe. El tema es que S.C. anda tramando nuevas salidas en
esto del trabajo y en aquello del amor. Lo mismo se embarca en una empresa con
ella misma a la cabeza, que ronea con un italiano de metro noventa. Entre
tanto, cenamos en Amargo, en plena
calle Pez, un garito con uno de los mejores baños de la capital. Tanto es así,
que a uno le apetece cogerse un par de mudas y pasar el fin de semana levitando
a pie de retrete. Aprovecho la escapada para degustar un menú soberbio en Calle 30 con D. enfrente. D. arrastra
los estragos del dentista, pero hace de tripas corazón y engulle como si no
fuese con ella el tema. Hablamos de entresijos familiares, de su próximo viaje
a Vietnam y de las heridas del alma. Me pasaría horas hablando con D. por el simple hecho de algo tan
sencillo como que es capaz de transmitirme paz. Con el rollo zen y los
sentimientos a flor de piel, remato la faena en el Infanta Isabel para disfrutar de “El amor está en el aire”, la obra que devuelve a Bibiana Fernández
a las tablas. Dirigida por Félix Sabroso y mano a mano con Manuel Bandera,
ambos dan un paseo por las distintas fases de una relación de pareja, desde las
mariposas del principio al esputo del final; todo bajo el hilo conductor de canciones
populares (“Que muera el amor”, “Se acabó”, “Ella”, “Lo echamos a suertes”…).
Terminada la función, le confieso a C.
que me gustaría atrasar dos horas el reloj y que el telón volviese a abrirse
ante nosotros. Con la música a otra parte y poniéndome frívolo, no puedo dejar
de analizar la llegada triunfal de Kendall Jenner al fiestón organizado por
Mango en plena ciudad condal. La criatura más lacia de la saga hizo honor a su
apellido y aterrizó en el photocall tarde,
con el morro torcido y pocas ganas de hablar de culos imposibles,
reasignaciones de sexo pasados los sesenta y excentricidades familiares varias.
A falta de una buena Kardashian, buena es una Borrego-Campos, o Campos a secas.
El clan de las tetelus prepara programa al estilo Kardashian, con reminiscencias al show de Bertín Osborne.
Sí, señores, Teresa compartirá con todo hijo de vecino su vida más
costumbrista, paseará en pantuflas por su palacete delante de las cámaras y se
tomará el té de las cinco y el vinito de las nueve con sus polluelas y
secundarias aledañas a la familia, véanse Nurita de Tapias, Rociíto o la gran
cómica Natalia Figueroa (…). Un jiji y un jaja sin precedentes, vamos. Mientras tanto, disfruten de su tiempo
más feliz bajo el mostachillo de Arrocet.
29 enero 2016
15 enero 2016
DEL BEBÉ DEL HEMICICLO AL FESTIVAL DE LOS MATAMOROS
Despedimos
el año con los estilistas telecinqueros
en cueros, y a mediados de enero ya hemos dado la campanada con el bebé del
hemiciclo. La primera criatura que pisa el Congreso (con permiso de Errejón), y
que tan pronto cuelga de la teta materna como de las greñas de Pablo Iglesias.
Un hito en la historia de este país que sirve para establecer un nuevo debate
en los mercadillos de los pueblos, dar pisto a los informativos y tregua a un
gobierno que no termina de cuajar ni con unos ni con otros. En tierra de nadie,
y con un Rajoy posguantazo como presidente en funciones, hay sagas familiares
que han comenzado la temporada haciéndose el agosto bajo la etiqueta de vip. En muchos casos, perfectos desconocidos
para cualquier telespectador raso, pero savia nueva para el faranduleo
televisivo. En la choza de Guadalix pernoctan desde hace semanas personajes tan
dispares como Rosa Benito (¡te arrastro!), Carlos Lozano (en busca de su
operación triunfo), una parienta lejana de Camilo José Cela con ramalazo de
pija y el pequeño Nicolás (llamadme Fran). A falta de personajes potentes al
estilo Esteban, la cadena estira el festival de los Matamoros a golpe de
hermanos, hermanastros, madrastras maquiavélicas y mujeres despechadas en la
sombra. El cachorro de Makoke y la segunda hija de Kiko Matamoros ejercen de
dignos herederos en el show business respectivamente. Él con pocas facultades
para el show y las piernas muy largas, y ella con las espadas en alto y la rubia
del Telecupón entre ceja y ceja. Con unos dentro y otros fuera, los elementos
nuevos de la historia se van sucediendo y las televisiones se dejan los restos
por sacar a la palestra a la gran desconocida, Marian Flores. Hermana mayor de
Mar, desterrada del panorama social desde años ha y protagonista indirecta de
uno de los culebrones más sórdidos de los últimos tiempos. Un asunto que ha
conseguido desviar de alguna manera la atención del contencioso
Esteban-Sanchís, un lío de traiciones y cachés perdidos que ha dinamitado la
fulgurante carrera del representante y ha elevado a la máxima potencia la
popularidad de la princesa, fuerte como nunca y con las extensiones a punto
para defenderse en los juzgados y compartirlo en directo con su pueblo. Un
banquillo en el que ya ha posado el trasero la infanta Cristina, primer miembro
de Casa Real en hacer el paseíllo de los acusados y con pocas trazas de ser
declarada culpable. Con un poco de suerte, será Urdangarín el que duerma a la
sombra por un tiempo, como hiciera Pantoja, que ya entra y sale de Alcalá de
Guadaíra como Pedro por su casa, con permisos cada dos por tres y todo su
patrimonio inmobiliario en venta a precio de saldo. La tonadillera está
dispuesta a liquidar deudas y empezar de cero; con toda probabilidad, lejos de
Cantora y a ritmo de ranchera. Para terminar este desaguisado tan poco
alentador, he de confesar que mis propósitos para este 2016 pasan por retomar
la lectura, dosificar los vicios y dejarme ver de vez en cuando por la cinta de
correr. Una declaración de intenciones similar a la que entona Terelu, con el
ego en todo el moño y subida en los tacones que firma su mismísima madre. Que
tiemble Carrie Bradshaw, que llega la Campos dispuesta a arrasar las fábricas de Elda. Con Dios, queridos.
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